Ir al contenido principal

SOCIAL MEDIA


Ay diosito, qué buen libro. El final fue increíble, poderoso, y maravilloso. Me dejó perpleja: AL FIN RIN SABE PERFECTAMENTE QUIÉN ES Y HARÁ ALGO AL RESPECTO POR GENTE QUE SÍ LA NECESITA: la gente pobre, las minorías, el pueblo ignorado por la aristocracia. AH, Y ¡¡MALDITO COLONIALISMO!!


Luego de este comentario descarnado y sin contexto les dejo la reseña de La república del Dragón de R.F Kuang, la segunda parte de la trilogía de La guerra de la amapola (lee la reseña del primer libro aquí).  

Argumento


Después de los hechos que ocurren en La guerra de la amapola, Rin y los Cike son atraídos a otra guerra. El jefe general Dragón, al igual que Rin, quiere derrocar a la emperatriz Daji, la Víbora. Así que se unen en una alianza extraña en la que la esperiliana se somete con tal de conseguir su venganza. 


El mundo de Rin se abre, conoce a los aliados del general Dragón: los hesperianos provenientes de occidente, que tienen una religión distinta y la concepción de que los nikaras son subdesarrollados y bárbaros, y Rin: una salvaje. Este encuentro entre dos culturas es más bien un choque violento que demuestra el ciclo de violencia interminable entre las naciones, donde la paz es una rareza. 


Rin debe encontrar su propia voz y su poder. Junto a Kitay, Nezha, Venka y los Cike, se enfrasca en una guerra sin tener la certeza de estar en el lado correcto. 


Comentario

Incluye spoilers del primer libro


Después de leer el primer libro, una sabe que no está frente a una historia relajante y feliz, pero aún así me impactó encontrarme con un relato crudo, desgarrador y muchas veces sin sentido, porque así es la guerra. Tiene un poco más de 800 páginas, y la primera parte se hace un poco agotadora, pero después de la mitad, uf, la lectura se convierte en una vertiente increíble. Es un viaje agonizante, atrayente y enfermizo. 


Creo que R. F Kuang transmite muy bien ese estado atroz de estar en medio de conflictos enormes, donde la gente común no tiene voz ni voto. Es interesante como la protagonista, Rin, es la persona más poderosa y aún así la menosprecian. La tratan como un animal. La mandan por aquí y por allá, y esto se debe a que ella es 1) mujer 2) extranjera 3) poco atractiva 4) pobre. Me gusta como este libro explora la diferencia de clases y la forma en que están instauradas en la sociedad. 


La sociedad en Nikan es súper machista y Rin ha tenido que deshacerse de todo rastro de su feminidad (recordatorio: se saca el útero en el primer libro porque interfiere con sus clases en la academia) para tener un hueco entre los generales, pero los hombres a su alrededor la silencian y utilizan. 


Rin entierra las emociones que podrían debilitarla (culpa, bondad, tristeza) y se alimenta con rabia. Y en ese estado de tapar su sentir ha encontrado la forma de lidiar con sus actos atroces: “Ya había dejado de cuestionar su decisión. Solo podía seguir adelante si creía que lo que había hecho había merecido la pena” (146). 


Como lectora es inevitable sentir rabia ante el trato hacia las mujeres en este libro y, al mismo tiempo, la protagonista genera amor y odio. Es frustrante leer a Rin. Por un lado sientes pena por ella, pero por otro: es una maldita en muchos aspectos. Ella ha pasado los dos libros negando su identidad porque no le sirve para la guerra. Quiere agradarle a la gente de la élite, aunque no la consideran más que un arma. No tienes que sentir compasión ni simpatía por Rin, la historia va más allá para retratar los horrores de la guerra, la condición humana y su ambición. 


También está el tema del luto. Pasamos por todas las etapas ante la pérdida de un ser querido (rip Altan, me caías pésimo) y la venganza es lo que motiva las acciones de la protagonista. Al comienzo admite que “necesitaba que alguien le dijera cuándo y contra quién luchar. Necesitaba a alguien que le diera órdenes y un propósito” (160). 


***


 “Antes le tenía miedo a la guerra. Luego, me di cuenta de que se me daba muy bien. Y no estoy segura de que se me dé bien alguna otra cosa” (116). 

- Rin


En este libro la inocencia oficialmente queda atrás, la infancia ya pasó. “En Sinegard solo eran niños estúpidos e ingenuos que jugaban a la guerra sin creer nunca realmente que esa fuera a convertirse en su realidad” (103). Rin ve la guerra como un modo de vida y no tiene ningún anhelo real más que los motivados por la rabia, por lo que le han negado y arrebatado: 


“Rin no creía que eso pudiera funcionar con ella, ya que sus mayores deseos no tenían cabida en el futuro. Todos pertenecían al pasado” (190).


Me gusta la situación tipo: “siempre hay un pez más grande” que muestra la historia incluyendo a los de Hesperia, el imperio vecino de occidente con un avance tecnológico superior y otra religión. Siempre hay un enemigo más poderoso. La forma en que chocan las culturas y el colonialismo está latente y bien explorado en el libro. 


Con la entrada de los hesperianos conocemos otra forma de vida, otra concepción de mundo que inevitablemente pone a Rin a dudar: “¿Y si sus dioses no eran los únicos en el universo?”. Los hesperianos no ven a los nikaras como personas, sino como: “subdesarrollados, poco civilizados y bárbaros”. De hecho, estudian a Rin como un bicho raro, lo que te lleva a preguntar: ¿Alguien la considera una persona? Pero ella misma se detesta y acepta este trato como un castigo, siguiendo el ciclo de la autodestrucción: 


“Necesitaba pasar por eso porque se lo merecía. Aquello era, de un modo retorcido que para ella tenía todo el sentido, una expiación. Sabía que era un monstruo. No podía seguir negándolo” (425).

***


El único hombre decente es Kitay. Él solo mejora con el pasar del tiempo. Inteligente, valiente, sensible pero racional y sobre todo: leal. Es lo que Rin necesita. Y Venka, a quién odias en la primera parte de La guerra de la amapola, te juro que se gana el aprecio y es de las pocas que hace reír en esta tragedia. 


También quiero agregar que hay un buen desarrollo de personajes: Venka, Kitay y todos los Cike. Mientras que Rin y Nezha generan tanta simpatía como odio, pero Rin gana mi favor (si es que tenemos que elegir) porque es una mujer pobre en un mundo clasista, racista y horrible. Ella solo quería sobrevivir y recibir reconocimiento, y terminó enfrascada en una guerra atroz (she did nothing wrong!).


Rin se reconcilia consigo misma, algo que fue demasiado tortuoso para leer. Un viaje terrible, porque la ves cometer error tras error, confiar en quien no debe, asesinar a un montón de gente y sobre todo: fracasar. 


Yo a Rin al final del libro

La primera mitad del libro es un tanto agotadora, de hecho ahí lo abandoné (¡empecé a leerlo a principio del año!) porque sentía que no avanzaba. Pero después de la mitad, uf. Advierto que hay dos momentos buenos y todo lo demás tragedia tras tragedia, ¡pero se disfruta tanto!


Y sí, se parece a Shingeki No Kyojin, así que si disfrutaste el animé, lee esta maravillosa trilogía. 


Con permiso, voy a leer la tercera parte: “El dios en llamas”. 

La República del Dragón de R. F Kuang

domingo, 19 de octubre de 2025


¡El primer y último libro que leo de Stephen King!

La larga marcha es la primera novela de Stephen King, pero no su primera publicación. Se dice que la escribió cuando estaba en la Universidad. El libro fue lanzado bajo el seudónimo de Richard Bachman, nombre que utilizó para publicar más de un libro al año y para descifrar si el éxito de sus libros era por su calidad literaria o un resultado del marketing. 


Quiero ser sincera y decir que no había leído nada de él por razones bastante cuestionables, pero de todos modos lo diré: 
  • Me daba la impresión de que Stephen King era un autor con un grupo de fans masculino bastante grande y, en mi lógica misándrica, si algo le gusta a los hombres, seguramente no es tan bueno como lo hacen parecer. 
  • Por muchos años no me interesó leer terror ni policial ni thriller. 
  • Es muy popular en general y, como buena licenciada en letras, suelo desconfiar de los bestsellers (a pesar de que mi acercamiento a la literatura fue gracias a Crepúsculo a los 12 años. No tengo por qué estar de acuerdo con lo que pienso). 

Dejé atrás mis prejuicios cuando vi en el cine el trailer de la película La larga marcha dirigida por Francis Lawrence. En pocos minutos me intrigó, así que dije ¿por qué no leer el libro primero? 

Bueno… acá les cuento que es mejor no leerlo porque son dos días de mi vida que no volverán (benditas sean las vacaciones de fiestas patrias que siempre nos dan el merecido espacio para hacer nada y comer un montón, ¡viva chile!).

No exagero cuando digo que leer La larga marcha fue una real agonía, pero la premisa se escucha muy buena: 

Un grupo de 100 jóvenes participan de la Larga Marcha, un evento anual que se celebra cada 1 de mayo que consiste en caminar sin parar hasta que solo quede uno vivo. El ganador tiene derecho a que se le cumpla un deseo. 

La historia se desarrolla en la caminata y un poco del contexto sociopolítico se va descubriendo a medida que avanza la lectura, pero nunca sabemos todo sobre este universo. Esto puede generar molestia, pero en mí personalmente no. He leído algunos libros que son así y me encantan: Nunca me abandones de Kazuo Ishiguro, Yo que nunca supe de los hombres de Jacqueline Harpman, y Las Indignas de Agustina Bazterrica. Pero creo que la falla de este libro es que es muy largo y no se justifica. 

Lo único que me hizo terminar las casi 500 páginas que tiene fue la esperanza de que en algún momento se pusiera bueno. Pero, entre las alusiones al sexo adolescente y las tetas de las mujeres, evoqué más a Euphoria que a una historia distópica desgarradora y despiadada que me removiera algo y tocara mi sensibilidad. 

Está contado desde el punto de vista de Ray Garraty, el Marchador número 47 y creo que lo conocemos muy poco. Después de esta lectura quedé con la sensación de que la prosa de Stephen King es del tipo descriptiva, que apela al shock, con frases como: “los intestinos se escurrían entre sus dedos y le caían como una ristra de salchichas sobre la entrepierna, balanceándose obscenamente” (305) y al sexo. Desde el comienzo, King empieza con su fijación por el cuerpo femenino, especialmente las tetas:

“La madre también era alta, pero demasiado delgada. Sus pechos eran apenas unas leves protuberancias” (13).

Incluso para describir el paisaje: 

“Por fin llegaron a la cumbre de la colina, con su forma de pecho femenino (Carolyn tenía unos pechos magníficos, y solía lucirlos con jerséis de cachemira)” (399)

“La carretera les llevó entre dos colinas de empinadas laderas. La calzada era como una grieta entre dos pechos turgentes” (447). 

Aunque el libro tiene momentos de tensión y desesperanza, ya que Garraty se va encariñando con sus compañeros de caminata y comienza a formarse un grupo unido, este libro no me generó nada más que pereza y hastío.  

También tenemos el papel que juega el público, quienes disfrutan del espectáculo, apuestan por sus favoritos y celebran cuando el grupo pasa por sus casas. Estos momentos no son suficientes porque son tan pocos que uno puede contarlos con la mano (¿tal vez si fuera un cuento sería bueno? nunca lo sabremos). 

Al igual que me pasó con La Asistenta de Freida Mcfadden, siento que me engañaron. Creo que utilizan como gancho un tema social y de clase que no es abordado. No hay crítica, solo la necesidad de impacto. Los chicos que se postulan para participar de la Larga Marcha son todos de escasos recursos. Incluso, el protagonista es criado por una madre soltera luego de que el gobierno haya hecho desaparecer a su padre quien era “un maldito borracho incapaz de ahorrar dos centavos. Un hombre carente de sentido común suficiente para guardar para sí sus opiniones políticas” (213), pero no hay más, es como si este libro estuviera vacío y es una lástima, ¡porque la trama es buena! 

He visto que varios sitios catalogan a este libro como una de las obras más perturbadoras del autor y no me lo puedo creer. No sé si será porque mi umbral del horror es más alto o porque, al ser mujer, he tenido experiencias en las que he estado caminando de noche y sentido el terror de que alguien detrás de mí podría hacerme algo malo, pero no lo puedes confirmar, quizás esa persona que está a unos metros de ti no quiere matarte o robarte el celular, pero cómo saberlo, entonces apuras el paso lo suficiente para llegar más rápido a tu casa, pero no corres, para no demostrar que estás asustada u ofender a la persona que está detrás de ti en caso de que solo, al igual que tú, está volviendo a casa de noche después de su trabajo de mall. Quizás, solo quizás, este libro no me pareció tan shockeante porque como mujer vivimos miedo al caminar en la calle siempre.

No lo recomiendo, pero sí veré la película, a esa sí le tengo fe, porque según vi cambiaron varias cosillas del libro. ¡Qué bueno! 

Buuu Stephen King: La larga marcha

miércoles, 24 de septiembre de 2025


No me interesa el amor libre, pero me encantan las protagonistas ridículas, locas y entrañables. Así que lo pasé bien leyendo la novela de Paulina Flores, La próxima vez que te vea, te mato. 

Primero: me encanta el nombre. Es curioso (no tanto) que lo hayan censurado en instagram por incitar a la violencia. A mí me recuerda a las letras de Miranda! y amo Miranda!. 

Segundo: Paulina Flores escribe bien. Ya conocía su trabajo porque en la Universidad leí su libro de cuentos Qué vergüenza. Aunque ese ramo me causó dolor y un gran trauma, agradezco haber podido conocer su pluma. Considero que escribe con franqueza, soltura y un poco de picardía que la hace muy agradable. 

Tercero: Soy el público objetivo para este libro. Tengo 30, el arriendo es caro y entendí todas las referencias. 

¿De qué trata?

Mirando Barcelona con ojos de enamorada, Javiera, una mujer chilena treintañera, llega a estudiar un posgrado. Todo es hermoso y mejor que en Chile, hasta que toca encontrar dónde vivir, un problema muy real en nuestro tiempo. Así, llega al departamento donde vive Manuel, un peruano magnético que se convierte en su roomie y su vínculo. 

Javiera comienza una relación abierta donde Manuel se erige como un sultán despiadado, guapo e irresistible. Para ella, el amor libre es como ir a la Universidad, un privilegio que ninguna de las mujeres en su familia pudo tener, por lo que abraza esta nueva forma de relacionarse y se instruye en el arte de las relaciones abiertas (leyendo papers). Sin embargo, pronto comienza a tener pensamientos intrusivos sobre su rol y estatus en la relación. Su ferviente pasión por Manuel la obsesiona al punto de querer cometer un crimen. 

*

La próxima vez que te vea, te mato, se lee rápido. Es entretenido, pop, coquetea con el crimen, el amor, los celos y todo lo turbio que traen estas emociones. Creo que engloba bastante bien lo terrible que es estar en una dinámica amorosa que saca lo peor de ti y cómo esto puede llegar a consumir a una persona. 

No me incomodó la forma en que está escrito el libro. Pero recomendaría no detenerse a pensar en qué es ficción y que no. Como consejo: ¡solo dedícate a leer! Creo que hay que disfrutarlo como una tacita de té. Y, también, tener un poco de empatía con Javiera, que no es la primera mujer que sufre por un hombre con cero consideración por el prójimo. Mientras ella planeaba su crimen yo solo pensaba: Good for her!

La protagonista es insoportable pero es tan consciente de lo odiosa que es que no te cae mal, we love a self aware queen. Aunque, después de la mitad, cuando empieza lo del conejo y la preparación del crimen, se puso fome y me dio lata. De todas formas remonta en el final, así que igual podría decir que me gustó. Te deja con una sensación tipo ????? y al mismo tiempo me recordó al desgarrador It’ll pass de Fleabag, pero sin los tintes trágicos.

Destaco mucho la cantidad de frases icónicas que tiene y abrazo a la autora por ser una persona ilustrada que cita a Lana del Rey y los clásicos rusos en el mismo libro. 

Leí por ahí que decían que esta era una novela de verano y concuerdo. Las imágenes que evoca con la playa y la soleada y tormentosa Barcelona me dieron una vibra fresca. Justo está terminando el invierno acá en Chile (buuuu) así que siento que cayó como anillo al dedo para dar inicio a las lecturas calurientas. Y con la llegada irremediable de la primavera y el horrible verano, quiero citar a Paulina Flores: 

La vida es absurda. La muerte. Nada tiene sentido, excepto ponerse bloqueador. 

Ah y: ¡Justicia para Jaimito!

La próxima vez que te vea, te mato, de Paulina Flores

miércoles, 10 de septiembre de 2025